Lúcida, entera, pura
la inmensidad nevada.
Un arpa evanescente
bajo el lienzo extendido
de las neblinas bajas.
Tómame,
rodéame,
habítame, blancura,
inúndame, grandeza,
inocencia, abrázame.
Abrígame,
silencio en blanco remolino,
altura, despójame,
absuélveme, pureza,
impúlsame,
sálvame,
extraña liviandad.
Sobre tus alas libres,
condúceme, poesía
hacia el amor constante.
Llévame,
transpórtame, angélica espesura
hacia donde hay encuentro,
fulgor y epifanía.
Alejandro G. Roemmers (La mirada impar)
¡Qué delicia!!!, me ha dejado entusiasmada, encantada, no lo conocía, lo guardo, con tu permiso.
ResponderEliminarAquí, en la montaña, ya ha nevado, pero no hemos podido ir.
Muchas gracias, este libro lo busco, sólo por este poema, vale la pena. Como una epifanía.
Muchos besos, querida Maite.
¡Gracias!!!
Lo escuché en la radio, lo recitó Alicia Mariño, esposa de Luis Alberto de Cuenca. Me gustó tanto, que lo copié por la mañana volviendo a escuchar el programa porque en internet no era capaz de encontrarlo.
ResponderEliminarMe alegro mucho que te guste, sabes que estás en tu casa.
Besos, y abrígate mucho.
Una bellísima conjunción de imágenes y texto.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Muchas gracias, y gracias también por la visita
EliminarUn abrazo
No conocía ni el poema, ni al autor.
ResponderEliminarUn agradable descubrimiento.
Gracias.
Sí, para mí también fue un agradable descubrimiento.
EliminarGracias, siempre, a ti.
Un beso