Anochece y la lluvia se asoma mansamente;
algunos transeúntes caminan con premura.
El agua sobre el rostro resbalaba
con disfrute de alivio y sensación primera.
Todo el afán del día ronda en el pensamiento:
los pequeños oficios cotidianos,
los pesares y cuanto nos desmiente;
finalmente Lucrecio me redime,
tenaz y obsesionado por los átomos.
Muchas cosas,, y ¿cuál la verdadera?
Aprieto el paso. El agua es aguacero
y mis viejos zapatos se resienten.
Creo oir una voz que reclama;
el manto de la lluvia se interpone
como una densa niebla, no deja ver a nadie.
¿Podría ser Lucrecio, su materia girando?
¿Será la voz de agua o mi hablar solo?
Las luces de los coches, vacilantes, orientan.
Se oyen gritos lejanos; solitaria la calle.
Tan solo yo calándome los huesos.
Dionisia García (Atarcede despacio. Poesía completa 1976-2017)
Estoy siendo feliz, me encuentro físicamente bien, soy pluviófila
¡Feliz viernes!