DIARIO DE UN CONFINAMIENTO
Día 1 23-3-2020
Lunes: Ha sido una mañana intensa
de trabajo. El turno que comienza hoy va a ser muy duro, y aún tengo que
continuar esta tarde… no me apetece. Pero, de qué me quejo, tengo trabajo y ahí
fuera hay quien se está peleando por salvar vidas exponiendo la suya propia, y
quienes salen de casa para que a mí no me falte de nada. No, no he de quejarme.
Ahora mismo me siento delante del ordenador y a trabajar, pero antes me procuro
una taza de té verde y una deliciosa onza de
chocolate negro. La tarde será
larga.
Día 2 Cualquier día por la mañana, cualquier
mes, cualquier año desde que no vivo con mis padres, pero ahora más.
Puntualmente, a las nueve de la
mañana, la llamada que realizo a mis padres.
Están preocupados, lo percibo. Creo que han entendido perfectamente lo que hay
que hacer. No sé si decirles que el virus ha llegado hasta allí, y que hay
algunos amigos suyos que se han contagiado en el Centro de Día. No, hoy no les
digo, están animados. Ya se lo diré otro día.
Día 3 2-4-2020
He decido apagar la radio, y la
televisión; hasta el periódico. No soy capaz de gestionar las noticas ni las
emociones que me producen… Necesito
poner música, una canción que me libere de
esta angustia que me tiene aprisionada. Encuentro mi CD, y la busco: Smile, sí,
de con Madeleine Peyroux, dejo que la
melodía me envuelva y me arrope en estos
días grises de abril, inundados de una enorme tristeza:
“That's the time you must keep on trying
Smile, what's the use of crying
Youll find that life is still worthwhile
If you just smile “
Día 4 Cada tarde a las 20:00
Llega el momento del respiro del
día, salgo al balcón, aplaudo con fuerza, como si quisiera que las palmadas de
mis manos llegaran al hospital, y se
convirtieran en una caricia para quien está solo, tan enfermo; una mano que
limpie el sudor de la enfermera, del doctor, de la limpiadora, una mano que
consuele a quien no ha podido despedirse de su ser querido. Una mano… Y miro a
mis vecinos, y sus miradas me dicen que sus
fuertes palmadas también tienen alas para convertirse en caricias, tan
necesarias(y tan prohibidas), ahora. Son las miradas cómplices de las ocho de
la tarde.
Día 5 17-4-2020
Hoy es el cumpleaños de mi hijo,
ha sido un bonito día, nos hemos visto con la familia, con los amigos. Ha sido
un día especial. ¡Qué haríamos sin la tecnología que nos permite estar tan
cerca de quienes estamos lejos! Recuerdo el
año pasado, una preciosa fiesta de cumpleaños. Pequeños y mayores compartimos
un día maravilloso. Tenemos suerte que los hijos de la pandilla hayan hecho
pandilla. Esto si que es un regalo.
Día 6 23-4-2020
Día del libro.
Pensé que tendría mucho tiempo para leer, incluso me había propuesto volver a
leer ese libro que dejó huella; pero lo cierto es que apenas he leído. Me ha
costado mucho concentrarme, es curioso.
Mi mayor y querida afición, y no la he podido disfrutar como había
pensado. Poco a poco voy recuperando el hábito de lectura. Reconforta y me
anima tener cerca un libro.
Día 7 28-4-2020
Unos días antes del confinamiento
compré pinceles, barnices y alguna pintura, materiales varios por si me atrevía
a realizar técnicas que había visto en algunos blogs de manualidades. Me
encantan las manualidades, y no, no sé pintar,
ni mucho menos, pero hay unos trabajos
preciosos y tenía ganas de aprender. A día de hoy, no he empezado. Pero nunca es tarde. Creo que aún puedo
empezar.
Con este relato, participo en la propuesta de Ginebra "INCERTIDUMBRES" Y si queréis leer más participaciones, pinchad AQUÍ.