El poema de Pedro Salinas dice que "en una piedra está toda la paciencia del mundo". Me parece un verso extraordinario.
En estas piedras tan quietas que ahora toco, palpo la suavidad que se ha gestado a lo largo de toda una eternidad.
De libros y más cosas...
Esta mañana he leído un largo poema cuyos primeros versos aún me runrunean y me han hecho pensar que ciertamente nuestras manos tienen memoria.
Textura, forma, suavidad o aspereza, dureza, temperatura, dolor son percibidos por el sentido del tacto y nuestras manos tienen parte esencial de estas percepciones.
Quizás la señorita Prim exagere un poco, o no tanto.
La DELICADEZA siempre va de la mano de la finura y de la elegancia. Del refinamiento y la distinción.
Vistió la noche, copo a copo,
pluma a pluma,
lo que fue llama y oro,
cota de malla del guerrero otoño
y ahora es reino de la blancura.
¿Qué hago yo, profanando, pisando
tan fragilísimo plumaje?
Y arranco con mis manos
un puñado, un pichón de nieve,
y con amor, y con delicadeza y con
ternura
lo acaricio, lo acuno, lo protejo.
Para que no llore de frío.
José Hierro
Ángeles Mora