lunes, 18 de marzo de 2024

"Recuerdo de una piedra...

 


Hablábamos ayer de la memoria en las manos; todo aquello que hago con mis manos cobra vida gracias al impulso que le da el sentido del tacto.

Resulta extraordinariamente fácil  reconocer el aroma o el sabor que es familiar, identificar sonidos o deleitarse con las mejores vistas.



El poema de Pedro Salinas dice que "en una piedra está toda la paciencia del mundo". Me parece un verso extraordinario. 


Una piedra es un objeto inanimado, inerte... pero al sostenerlo en la mano, el sentido del tacto le otorga vida porque alienta un gran recuerdo que quedará grabado en la memoria. 



En estas piedras tan quietas que ahora toco, palpo la suavidad que se ha gestado a lo largo de toda una eternidad. 


Siempre tan quietas y cuánto habrán conocido en su solitaria y constante existencia.


Se estuvo siempre quieta,
sin buscar, encerrada,
en una voluntad densa y constante
de no volar como la mariposa,
de no ser bella, como el lirio,
para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
libélulas se han muerto, allí, a su lado
por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo, y al vuelo,
está viva y me enseña
que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
soltar las falsas alas de la prisa,
y derrotar así su propia muerte.

Pedro Salinas (La memoria en las manos, fragmento)


Qué nuestras manos nunca estén vacías

sábado, 24 de febrero de 2024

La memoria en las manos

 

Esta mañana he leído un largo poema cuyos primeros versos aún me runrunean y me han hecho pensar que ciertamente nuestras manos tienen memoria.


Mi madre siempre me dice que las manos son la carta de presentación de una persona. Si te fijas en ellas, te cuentan muchas cosas sobre quien te las presenta.

Textura, forma, suavidad o aspereza, dureza, temperatura, dolor son percibidos por el sentido del tacto y nuestras manos tienen  parte esencial de estas percepciones.


Las manos sostienen, agarran, manipulan, sujetan, acarician, sienten... las manos son capaces de realizar labores muy pesadas, y que requieren mucha fuerza, y también pueden hacer actividades que necesitan precisión, detalle, delicadeza... 


En la memoria de las manos quedan grabadas las suaves caricias dadas, la armoniosa musicalidad de las notas pulsadas a las teclas de un piano, la minuciosidad exacta para realizar las creativas manualidades, e incluso el instante maravilloso de la preparación de un delicioso té.



  ¿Y qué decir de las manos que siempre están dispuestas a dar?


Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.

Pedro Salinas


El poema me ha sugerido otras cosas, pero lo dejo para otra entrada.

¡Feliz fin de semana!

martes, 23 de enero de 2024

Delicadeza...


 Entre las frases que voy anotando en mi cuaderno de los libros que leo, me he encontrado una cita que me ha llamado la atención.



"Ella era una maestra en un arte llamado delicadeza. La señorita Prim creía firmemente que la delicadeza era la fuerza que movía el universo". Imagino que ya sabéis de qué libro procede la frase.

Quizás la señorita Prim exagere un poco, o no tanto. 

La DELICADEZA siempre va de la mano de la finura y de la elegancia. Del refinamiento y la distinción. 


 También me parece que algo es delicado cuando creo que es frágil, que hay que tratarlo con sumo cuidado para que no se rompa. Entonces, dejo de disfrutarlo y  lo guardo en la vitrina por miedo a que pueda hacerse añicos.
 He decidido tomar mi té en mis delicadas tazas de porcelana.


¿Quién no se maravilla ante la belleza de un copo de nieve? Tan minúsculo y frágil, y delicado. Agrupados, ya me parecen otra cosa.


 
La palabra delicadeza también la relaciono con suavidad, ternura, sensibilidad... y con ella describo la sutiliza de algo. 


Delicado puede ser también un bocado. La exquisitez, de singular y extraordinaria calidad.

 
¿Cómo será una persona cuya cualidad inherente sea la delicadeza?


 

Vistió la noche, copo a copo,

pluma a pluma,

lo que fue llama y oro,

cota de malla del guerrero otoño

y ahora es reino de la blancura.

¿Qué hago yo, profanando, pisando

tan fragilísimo plumaje?

Y arranco con mis manos

un puñado, un pichón de nieve,

y con amor, y con delicadeza y con ternura

lo acaricio, lo acuno, lo protejo.

Para que no llore de frío.

José Hierro



jueves, 4 de enero de 2024

Nuevos comienzos...


Paso de puntillas por este sitio recién empezado el nuevo año, y a punto de finalizar estas fiestas de navidad.


He decidido no proponerme nada nuevo porque casi nunca cumplo los  propósitos de Año Nuevo.


 Prefiero que todo siga más o menos igual, y sobre todo, que no nos  falte la salud.


Qué brille siempre un rayito de esperanza en  nuestras vidas, qué la paz se instaure en cada rincón del mundo,


qué el amor y la familia sea la fuerza que nos sostenga...


Ya sólo queda una fiesta por celebrar, y me conformo con sentir la misma ilusión por la noche de Reyes Magos de mi infancia.




Cumpliendo años

Señalé el día en el calendario
sólo por resaltar en rojo
las fechas que nos unen.
Aunque lo que nos une
es una línea fina que se alarga
hacia el pasado y el futuro
con principio y sin fin
que vislumbremos.
Y el calendario va colgando sus días
como las cuentas de un collar en el hilo del tiempo.
El tiempo somos tu y yo que caminamos juntos
por esa línea frágil de la vida.
En el amor, el tiempo se escribe en compañía,
y el collar va creciendo cada noche
como la hiedra enreda la pared de una casa.

Señalé el día en el calendario,
aunque sabemos
que la felicidad a lo largo
no necesita fechas.
Lo que importa es la viva sensación
de compartir,
ese fuego llenando el corazón.

No, no hace falta resaltar las fechas
cuando dos viven juntos
el vuelo cotidiano del amor.
Pero brindemos, sin embargo,
cada año por el día del comienzo,
la noche que aún deslumbra.

Ángeles Mora


¡Feliz Año Nuevo!
¡Feliz Noche de Reyes Magos! 


lunes, 11 de diciembre de 2023

Caja de galletas

 



En esta época del año, mi cocina suele oler a canela, clavo y jengibre... y es que me encanta hornear galletas.


Siempre había pensado que cocinar galletas era una tarea ardua y dificultosa, que no sería capaz de llevarla a cabo, pero un día me atreví, cuando los niños eran pequeños y con ellos resultó ser una labor de lo más entretenida y divertida.


Ahora, soy yo la que disfruto de este momento solitario en mi cocina, mezclando  ingredientes, eligiendo la forma de los moldes que me gustan y  quizás añadiendo  un poquito más de canela, jengibre o gotas de chocolate que antes. 


A lo largo de los años he recopilado variado tipos de recetas de galletas y cuando cocino alguna de ellas, después de dejarlas enfriar en una rejilla, suelo colocarlas y ordenarlas en unas cajitas de lata que también he ido guardando desde hace tiempo. 


Cada cual en su cajita para no mezclar sabores. Aunque, la verdad en la despensa  se huele una variopinta mezcla  de agradables aromas.


Y no sé que ocurre, pero las galletas vuelan y cuando me doy cuenta, la caja de galletas está vacía.


“Piensa que la vida es como una caja de galletas.

 Negué varias veces con un gesto de la cabeza y me quedé mirándola.
 
–Quizá sea un poco tonto, pero a veces no te entiendo. 

–En una caja de galletas hay muchas clases distintas de galletas. Algunas te gustan y otras no. Al principio te comes las que te gustan, y al final sólo quedan las que no te gustan. Pues yo, cuando lo estoy pasando mal, siempre pienso: «Tengo que acabar con esto cuanto antes y ya vendrán tiempos mejores. Porque la vida es como una caja de galletas».”

Haruki Murakami. Tokio Blues



¡Feliz diciembre!