Abril es conocido como uno de los meses más lluviosos del año, la sabiduría popular así lo transmite.
Estamos teniendo un exceso de "buen tiempo"; suelo dejarme llevar por la costumbre de calificar "mal tiempo" cuando el frío, el viento, la lluvia, los días grises en invierno o en cualquier estación del año acaecen.
Y considero "un tiempo espléndido" cuando el día es soleado, templado, cuando el cielo azul es casi transparente, hace calor y disfruto de los eventos sin tener que pensar en las condiciones meteorológicas adversas.
Si medito en la falta de lluvia y en todas las consecuencias que ello trae consigo, afirmaré rotundamente que este mes de abril, y desde hace bastantes meses, estamos tiendo un "mal tiempo", un tiempo muy adverso...
Y hoy, día internacional de la Madre Tierra, la lluvia ha asomado tímida y pausadamente, casi desapercibida, como no queriendo molestar.
Y yo la sigo invitando a que aparezca con todo su esplendor primaveral para que alivie la sed de la Madre Tierra... ¡Qué llueva, qué llueva...!
Casa en el árbol
En la copa de un árbol construiré nuestra casa,
con tablones y clavos e ilusión y un martillo
alzaré entre las ramas suelos, techos, paredes,
cuartos en espiral, secretos pasadizos
donde obra el azar el don de los encuentros
y de pronto amanece si me miras al fondo
por donde el viento corre a refugiarse,
madera en la madera, crujen las estaciones,
pasan a visitarnos los amigos,
huele a café, huele al árbol en que nos acogemos,
al rumor de las hojas, a la tierra
donde brota su impulso, su sed de los espacios,
se siente allí el verdor de las promesas,
casa y árbol fundidos, una sola criatura,
se es feliz de algún modo impreciso y vital,
con los años al árbol le van creciendo ramas,
gana cuerpo, se inclina hacia las nubes
y de pronto la casa ha ascendido unos metros
y hasta el aire es más puro, más ancho el horizonte,
las estrellas fugaces proliferan, ahora
vigila la espesura, hay luz en la ventana,
a cubierto de todo, suspendida,
luz de hogar en la noche, resplandor,
y una escala de cuerda entre las ramas,
si subes por la escala no hay retorno,
en la cima del viento hallarás nuestra casa.
Eduardo García (La lluvia en el desierto)