viernes, 23 de abril de 2021

Una lectura, un libro...

 


Celebraré el día de hoy terminando una buena lectura, bueno en realidad es una relectura. Si la primera vez que leí este libro me pareció entrañable y auténtico, esta vez, me ha enternecido aún más.


Me he adelantado al día de hoy, y ya he adquirido mi libro por el día de San Jorge que espero leer en breve


porque lo más importe de un libro es disfrutar de su lectura, de la historia que cuenta, de lo que hace sentir...


 "A partir de entonces el mundo se hizo suyo a través de la lectura. Nunca más se sentiría sola, nunca más añoraría la compañía de un amigo querido. Los libros se volvieron sus únicos aliados. Había uno para cada momento: los de poesía eran compañeros tranquilos, los de aventuras eran bienvenidos cuando se aburría y las biografías cuando deseaba conocer a alguien. Ya adolescente, llegarían las historias de amor- La tarde que descubrió que podía leer; se prometió leer un libro al día durante el resto de su vida.'

"Un árbol crece en Brooklyn" - Betty Smith.


Un libro como una casa
donde entrar a calentarme,
a protegerme...
Un libro o una morada
en donde guarecerme.
Alejandra Pizarnik



¡FELIZ LECTURA, FELIZ DÍA DEL LIBRO!

lunes, 5 de abril de 2021

Hilo, dedal, aguja...

 


La primavera ha llegado sin apenas darme cuenta, los días pasan  fugaces como las estrellas en las cálidas noche de verano.


Dejo por un momento reposar el dedal sobre el espejo de la vida, y me paro, por si quisiera el tiempo acompañarme en este descanso. Estoy reñida con el reloj, da vueltas y vueltas y no me permite estirar sus manecillas.

Aunque suene anticuado,  diré más bien, que vintage, me he dedicado a "mis labores". He podido unir costuras que estaban descosidas, coser botones que se perdieron, zurzir algún roto, y bordar con colores la esperanza  de un horizonte nuevo.


 

Encontré un dedal de plata
en el suelo húmedo de la leñera,
ni grande, ni pequeño, el lado abierto
deformado en un óvalo por el peso de la leña
o porque la mujer que lo usaba
lo moldeó así para ajustarlo a su dedo.



Su borde decorativo de hojas, graciosas
y uniformes, como la cenefa de acantos
en el techo de lata de la iglesia...
se repite sobre nuestras cabezas
mientras decimos al unísono
palabras que la dueña del dedal debió haber dicho.

  Jane Kenyon



Os iré leyendo poco a poco