Entraban
en mi alcoba sin llamar a la puerta,
deshojando en el aire la flor de su perfume.
Los oía arrastrarse, leves, hasta la alfombra.
Trepaban a la cama y luego, entre las sábanas,
me anunciaban el día con sutiles caricias.
deshojando en el aire la flor de su perfume.
Los oía arrastrarse, leves, hasta la alfombra.
Trepaban a la cama y luego, entre las sábanas,
me anunciaban el día con sutiles caricias.
Luis
Alberto de Cuenca
Oh, sí, primera hora de la mañana, sencillamente y sin artificios, con esa imagen perfecta que dejas.
ResponderEliminarMe encanta esta sensación.
Tengo guardado el poema.
Te dejo un haiku que tengo aquí de su "Cuaderno de vacaciones":
Estás tan cerca
que he borrado tus huellas
con mi silencio.
Un beso y feliz madrugada, Maite.
:)
Trasnochas mucho los martes...
ResponderEliminarTengo dos libros de Luis Alberto de Cuenca en casa y en ambos tiene un espacio para los haikus.
Me gustan mucho.
Dame tu magia,
la alfombra voladora
de tus palabras.
Del poemario El reino blanco
Buen día, Rosa.