Qué
bendición, la lluvia en los naranjos,
a
mitad de diciembre.
Dentro
de algunos días recogerán los frutos,
ya
en sazón bien cumplida. Pero ahora
brillan
todos intensos, encendidos, unánimes
en
la mañana gris, mientras se escucha
este
apenas ruido,
este
rumor tan delicado y manso
de
la lluvia cayendo sobre las hojas verdes.
Eloy
Sánchez Rosillo
Leyendo el poema oigo ese rumor de lluvia.
ResponderEliminarUna maravilla.
Besos.
¡Ay!!! Sí, también yo la escuché. Se resiste, Toro. Se resiste, la lluvia no quiere aparecer. Besos
ResponderEliminarRumor delicado y manso.
ResponderEliminarBendita lluvia.
Es precioso el poema.
También la escuché :)
Un beso grande.
Es lindo el poema y el poeta!!!
EliminarGracias, Rosa.
Mañana es mi último día de trabajo del año. Comienzan mis vacaciones y estoy deseando, aunque tendré días de bastante ajetreo hasta que marchemos al pueblo. Ando muy liada y cansada. Tú también tienes las vacaciones a la vista. Besos
Esa lluvia cayendo sobre los naranjos que liberan su aroma lo tengo metido muy adentro.
ResponderEliminarEl poema es una delicia.
Besos, Maite.
La verdad es que debe ser una agradable sensación ese aroma que dices. La lluvia se hace esperar. Feliz noche, Verónica.
EliminarBesos
Lluvia y naranjos, buenísima mezcla.
ResponderEliminarMe quedaré en el poema un rato porque aquí ni lo uno ni lo otro, por el momento.
Besos, Maite.
Quédate todo el rato que quieras... ya me gustaría que el blog desprenda ese
Eliminararoma, y si te digo la verdad, ya me gustaría que lloviera.
Besos, querida Paloma