Vivía en el señorío de Jijona un joven caballero al que sus padres habían prometido, desde el día que nació con la hija del rey de Escandinavia. Cuando le llegó la edad de casarse, viajó a Escandinavia y conoció a Sigrid, la hermosa muchacha que tenía que convertirse en su esposa.
- Amada mía -le preguntó una noche el señor de Jijona a Sigrid-, echarás algo de menos cuando vengas a mi castillo?
-Sólo la belleza de los campos cubiertos de nieve -respondió Sigrid-, estas extensiones blancas hasta donde llega la vista.
Sigrid y el señor de Jijona se casaron y viajaron al castillo de éste. Era primavera, y los campos de Jijona sa mostraban verdes, llenos de vida, rebosante de fruto, de naranjos brillantes bajo el sol... Contemplar los campos de Jijona era todo un espectáculo, hermoso y vivo como ningún otro, pero cada vez que Sigrid se asomaba por la ventana del castillo, la congoja se apoderaba de su corazón. ¡Cómo echaba de menos los campos cubiertos de nieve, las extensiones blancas hasta donde llegaba la vista!
Un día, Sigrid decidió escapar para volver a casa de su padre, el rey de Escandinavia. Cruzó los verdes trigales, los campos de naranjos y se adentró en un campo lleno de almendros en flor. Qué sorpresa se llevó al ver que de las ramas de los árboles llovían flores blancas, tan blancas como la nieve, y que cubrían el suelo como en su hogar. Muy feliz, Sigrid se acostó sobre un manto de flores de almendro, y se quedó dormida.
Cuando el señor de Jijona la encontró, ordenó arrancar los trigales y naranjos, y que plantasen almendros por doquier. Así en primavera habría extensiones blancas hasta donde llegase la vista y Sigrid no estaría triste nunca más.
Cuando llegó el momento de la cosecha, sólo tenían almendras, y los panaderos prepararon una masa con almendras, miel, huevo y azúcar, dulce como el amor y sabrosa como un día de primavera. El señor de Jijona y Sigrid lo probaron, y les gustó tanto que decidieron que, a partir de entonces, Jijona sería famosa por aquel nuevo pan... al que llamaron turrón.
Ahora somos nosotros los que disfrutamos por Navidad del delicioso turrón, el postre preferido
de mucha gente para las fiestas navideñas.
(Cuentos de Navidad. Basado en una leyenda de Jijona)
¿Sí? No lo sabía, qué bonita leyenda.
ResponderEliminarLa recordaré cuando llegue el turrón.
Hasta el año pasado, se lo encargábamos a las religiosas de un monasterio, era delicioso.
Cerraron el monasterio. Una pena.
No soy muy golosa, pero el turrón está riquísimo.
Una entrada preciosa.
¡Un beso!
La leí en un libro de cuentos y tradiciones de Navidad que tienen mis hijos.
ResponderEliminarA mi me gustan más los polvorones, y ya sé hacerlos.
Muchos besos,Rosa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBonita historia sobre el turrón blando o de Jijona. No creo recordar que aparezca en algunos de los dos libros de Clan Editorial que hoy he reseñado en mi blog. Pero es bonita.
ResponderEliminarUn beso
No, no aparece en estos libros. La leí en otro libro que tienen mis hijos sobre tradiciones y leyendas de Navidad. Esta me llamó la atención.
ResponderEliminarGracias por tu visita.
Besos