Este mes de mayo, Ginebra nos propone tratar un tema trascendental que puede ser estudiado desde diversos puntos de vista: el tiempo.
Además, para facilitar la inspiración, nos presenta unas imágenes de Tom Bagshaw.
“El tiempo es como el viento, no se puede ver ni tocar, pero se puede sentir.”
Las horas, Michael Cunningham
Verdaderamente, ¿qué es el tiempo?, me pregunto, ¿qué son unas cuántas horas durante un día en la vida de una persona?
Alguien muy cercano a mí, me comentó hace unos días que el tiempo es para un físico lo mismo que el amor, la muerte, o la vida es para un poeta.
La profundidad del tiempo escarba en los sentimientos que se piensan en un momento, quedando distantes en el fugaz y raudo pasado y escalan a lo más alto de un instante hacia el futuro o a lo que, quizás, conocemos como eternidad.
Pienso que la dimensión del tiempo tiene forma de pirámide, y aunque intente descubrir o entender algo más sobre la fugacidad de la vida, no llegaré a ninguna conclusión. Porque es asombroso el sentido subjetivo del transcurso del tiempo, y todo sucede entre tantos tiempos como seres humanos habitan el mundo y todo ello “Hasta el final de los tiempos”.
Como un pensamiento métricamente repetido, siempre es “tiempo de esperanza”, “tiempo de sanar”, “tiempo de amar”, “tiempo de silencio”, me cuestiono si algún día gozaremos de “un tiempo de paz y de memoria”.
Mientras tanto, mi imaginación vuela y sueña con un viaje en “la máquina del tiempo”, pasado, presente y futuro… pero ¿para qué perderme en otras épocas? Aprovechar y valorar cada experiencia vivida, cada oportunidad única, que no tenga nunca que ir “en busca del tiempo perdido”. Haber vivido es lo que importa, y haber amado, como “el amor en los tiempos del cólera”.
Disfrutar de “el tiempo de las cerezas”, tratando de olvidar los “malos tiempos”, y recordar siempre que “el tiempo que nos une” permanecerá bordado en lo más profundo de los corazones. De momento, yo sigo con mi “tiempo entre costuras”.
• Entrecomillados, los títulos de algunas obras literarias.
Gracias, querida Ginebra, por el tema propuesto y por tu inefable labor.