Terminé el día con el corazón roto, recogí los pequeños fragmentos y los coloqué con cuidado en un rincón de la vieja cómoda de mi dormitorio. Las heridas hay que protegerlas y tratar de sanarlas; aunque alguna vez, escuché que cuando algo se rompe y se repara, no sigue siendo el mismo objeto.
Antes de dormir, abrí la página del libro que me sostenía durante las solitarias noches de aquellos momentos y leí: “el kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro”. El eco de esta lectura resonó en mis sueños aquella noche, kintsugi el arte de reponerse y de mostrar las cicatrices de forma extraordinariamente bella. Amanecí al día siguiente con la idea de aliviar la tristeza, y con el único propósito de recomponer mi pequeño y ajado corazón hecho pedazos. Para esta misión, que se me antojó casi imposible, me calcé mis esparteñas, con ellas mantendría el equilibrio perfecto y como si de un mantra se tratara empecé a bailar y cantar con mucha calma y quietud aquella canción de Cohen que dice “hay una grieta -una grieta- en todas las cosas. Así es como entra la luz”.
Al levantar la persiana, los rayos del sol iluminaron las fisuras de mi transformado corazón, aquellas grietas doradas brillaban ahora con más energía y valor. Sentí unos enormes deseos de abrazar a mi madre, así que salí con mi sonrisa puesta y con mi renovado corazón, aún si cabe más bello y hermoso por el polvo de oro que contenían mis cicatrices. Ya en la calle, me di cuenta por vez primera, que otros tantos corazones lucían esplendorosas fracturas doradas, y no pude evitar saludarles con mi mejor atención. Y es que todos los corazones tienen una larga historia que contar. (Relato perteneciente a la propuesta: Equilibrio de “Variétés”)
Gracias, Gin, por todo.
Antes de dormir, abrí la página del libro que me sostenía durante las solitarias noches de aquellos momentos y leí: “el kintsugi es la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro”. El eco de esta lectura resonó en mis sueños aquella noche, kintsugi el arte de reponerse y de mostrar las cicatrices de forma extraordinariamente bella.
Amanecí al día siguiente con la idea de aliviar la tristeza, y con el único propósito de recomponer mi pequeño y ajado corazón hecho pedazos. Para esta misión, que se me antojó casi imposible, me calcé mis esparteñas, con ellas mantendría el equilibrio perfecto y como si de un mantra se tratara empecé a bailar y cantar con mucha calma y quietud aquella canción de Cohen que dice “hay una grieta -una grieta- en todas las cosas. Así es como entra la luz”.
Al levantar la persiana, los rayos del sol iluminaron las fisuras de mi transformado corazón, aquellas grietas doradas brillaban ahora con más energía y valor. Sentí unos enormes deseos de abrazar a mi madre, así que salí con mi sonrisa puesta y con mi renovado corazón, aún si cabe más bello y hermoso por el polvo de oro que contenían mis cicatrices.
Ya en la calle, me di cuenta por vez primera, que otros tantos corazones lucían esplendorosas fracturas doradas, y no pude evitar saludarles con mi mejor atención. Y es que todos los corazones tienen una larga historia que contar.
(Relato perteneciente a la propuesta: Equilibrio de “Variétés”)
Maravilloso y elegante como siempre.
ResponderEliminarQué bonita historia de resiliencia, da muy buena onda leerla.
ResponderEliminarBesitos.
Hay que reparar lo roto, al menos intentarlo.
ResponderEliminarSaludos
¡Qué hermoso relato! Y lleno de esa positividad de la que tan necesitadlos estamos.
ResponderEliminarBonito texto y muy cierto.
ResponderEliminarSAludos.
Precioso Maite. Esta técnica es hermosísima, yo la he utilizado también para sanar un corazón en mi siguiente novela, "La bruja de Dagaz". En tu caso, la has utilizado para lo más hermoso que se puede hacer, sanar esas heridas y embellecer ese corazón hasta el punto de ser capaz de encontrar otros corazones hermosos. Muchos besos :D
ResponderEliminarQué bonito mensaje nos regalas, querida Maite. Me ha encantado cómo le has dado forma hasta crear toda una lección de vida a raíz de esta práctica milenaria y tan bella para saber aceptar con belleza toda cicatriz de vida. Siempre me encantó esta práctica.
ResponderEliminarMil besitos y mi cariño para tu viernes ♥
Lo corazones a lo largo de la vida alguna vez se rompen por amor, por tristeza por soledad, por un montón de historias que todos las guardamos en el fondo de nuestra alma.
ResponderEliminarAún roto el corazón sigue latiendo y hay que darle alegría para que vuelva a brotar con intensidad. Un besote y abrazo.
Felicitarte nuevamente y darte las gracias por tu hermosa participación, querida amiga.
ResponderEliminarHas traído un tema muy hermoso por su significado y esos valores tan necesarios como filosofía de vida que, sin duda, nos hará un viaje más natural y llevadero…
Somos esas grietas, esas señales con las que nos forjamos a lo largo de nuestro camino… Aceptarlas y amar(nos)las…
Un placer, preciosa.
Abrazos enormes, y muy feliz finde 💙
Muy buen relato.
ResponderEliminarTe felicito.
Me ha gustado mucho.
Besos.
Es precioso, me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo
Que relato tan hermoso y tan bien hilvanado, Maite.
ResponderEliminarSomos lo que somos gracias a nuestras grietas reconstruidas.
Que tengas un maravilloso fin de semana
Besitos
Maite, nos dejas toda una lección de equilibrio. Es importante la autoestima, valorarse y cuidarse, amiga. La reflexión, la lectura, la luz de cada día y el apoyo de la familia y amigos fundamental para mantener la paz y la calma.
ResponderEliminarMi felicitación por tu bella exposición, Maite.
Mi abrazo entrañable y feliz fin de semana.
madre sólo hay una...
ResponderEliminary sí, es admirable la capacidad de reconstruirse tras romperse.
abrazos, maite!
No es fácil la reconstrucción y menos si son fragmentos de corazón pero tú has sabido hacerlo con destreza y elegancia.
ResponderEliminarMuy bonito.
Enhorabuena, Maite, no es fácil transmitir de manera tan clara y precisa todo lo que está entrelíneas y en líneas.
ResponderEliminarTodos los corazones guardan historias y cicatrices, pero no todos saben reconstruirse como la enseñanza y reflexión que nos trae el kintsugi.
Besos.
Es estupenda tu entrada MAITE! te acabo de contestar en mi blog y la he enlazado porque sin ninguna duda, tú, como MILENA, -la tienes debajo de ti en mi blog- habéis percibido a la perfección el espíritu del kintsugi y tú además usándote de ejemplo de autorestauración, los japoneses son sabios en muchas artes, sobre todo en el arte de vivir en armonía, por eso me fascina su cultura, nadie como ellos para apreciar las sutilezas que la mayoría de las veces nos pasan desapercibidas, mil gracias, te pido disculpas por la tardanza en conetstarte, pero es que a veces de verdad que me es imposible llegar, por más que lo desee. Un beso inmeeenso, disfruta de estos días, que disfrutes de una feliz SS y otra vez muchísimas gracias MAITE!!
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