Dice Pia Pera en su libro "Las virtudes del huerto": cultivar la tierra es cultivar la felicidad. Mente y tierra son cosas vivas que hemos de trabajar de manera análoga, siguen ritmos similares, y por eso tiene sentido decir, refiriéndonos a la mente, que "arrancamos", por ejemplo malos pensamientos, etc. A semejanza de la tierra, tampoco la mente se "cultiva" de una vez para siempre, hay que trabajar en ella todos los días, hacer lo necesario para mantenerla dúctil, bien nutrida y a su vez nutriente, fértil, generosa y en buena salud.
He vuelto a releer este pequeño libro a modo de manual para vivenciar mi relación existencial con el pequeño huerto familiar. Desde la siembra, allá por mayo, hasta estos últimos días en que algunas plantas empiezan a agostarse y otras intentan sobrevivir con los últimos rayos veraniegos.
Ahora que ya va acabando la temporada y comienza el otoño, sólo agradezco los frutos cosechados, dejaremos dormitar el terreno para que descanse porque han sido unos meses muy productivos.
Ahora toca el periodo de conserva y cosechar los frutos del otoño...